Agua y cuerpo.




 Poco a poco el cuerpo se filtra,

entre rendijas de metal, por los hoyuelos del piso.

Centímetro a metro, mi cuerpo ebulliciona,

lo siento evaporar con cada sílaba de su boca.

Ahora es del aire, se siente liviano,

su voz es un ventarrón que me empuja,

me encuentro en un vacío,

no hay piso, hay que flotar.


Después viene la tormenta, 

se cargan truenos en mi espalda,

empiezo a llover, soy un huracán, 

la nube más cargada.


Llego al piso de nuevo, vuelvo a tener cuerpo, 

después de ser charco, me volví un río, 

hoy soy mar.

Se despejan las dudas, 

también las marejadas,

tal vez mañana llueva, 

tal vez solo sea calma.





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