Nicolas no puede nacer.
Igual que las fotos que se borran por el paso del tiempo, como el tapiz de la vieja casa
los cielos ya no lucen claros como antes, perdieron el toque de sus destellos, de su bostezo que llegaba a la luna, que prendía al sol.
Las manos de Nicolas ya casi no se ven, se transparentan como nuestras lagrimas, como las palabras nulas que nos decimos y que solo estrellamos en aquellos 142 caracteres, que ahí se quedan, que interpretamos a nuestro antojo, lo ayudamos a desaparecer sin que el nos lo pida, rompemos un futuro inexistente en carne y hueso, disolvemos nuestro sueño, lo tentamos a morir.
En su caminar pesado arrastra nuestro recuerdo, en su apatía dibuja nuestros encuentros grotescos donde solo reina el coraje y la maldad, Nicolas se muere y no podemos hacer mas.
Ahora sentado se despide, mira el atardecer rodeado de tonos rojos en el final del sueño, se despide de Acapulco, de Felix Cuevas y de Calle 11, sabe que su destino es morir, para tal vez un día renacer.
pero por hoy se muere y con el nos morimos los dos.
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